Queremos acercaros de manera sencilla al
funcionamiento del cerebro a través de sus ondas cerebrales. Su conocimiento
nos ayuda como educadores a poder integrar técnicas que desarrollen todo el
potencial de nuestros alumnos, tanto a nivel emocional como intelectual
favoreciendo la mejor conexión de los hemisferios cerebrales: el izquierdo lógico y el derecho
emocional.
Hoy os presentamos las ondas cerebrales
Delta, Theta, Alpha, Beta y Gamma.
Las ondas cerebrales Delta (por debajo del umbral de 4Hz) y Theta (entre los 4 y los 8Hz) –denominadas
ondas lentas– indican un estado de percepción interno, el mundo exterior como
realidad independiente no existe -todo se percibe como parte integradora de la
propia conciencia-; cabe destacar que en dichos estados los dos hemisferios del
cerebro están perfectamente conectados y sincronizados. Comúnmente corresponden
a estados de sueño con o sin actividad onírica, experimentando aún normalmente
al despertar la sensación inigualable de descanso, paz y satisfacción que
producen.
Las ondas Alpha (de 8 a 14Hz) facilitan una transición
hacia la percepción del mundo externo, pero la percepción interior aún
predomina; en el adulto se manifiestan en fases de relajación y tranquilidad.
En las ondas Beta (de 14 a 30Hz) aparentemente surge
ante nosotros la percepción de un mundo externo independiente de nosotros
mismos, y los hemisferios cerebrales no actúan en sincronía como en las ondas
más lentas (se instaura el pensamiento digital, lógico-analítico con preponderancia
del hemisferio cerebral izquierdo). En este estado cuando se conecta con las
ondas Alpha, se facilita el aprendizaje y la comunicación de ambos hemisferios
cerebrales.
Las ondas Gamma o Ram-Alta (por encima de 30Hz) son eficaces a la
hora de resolver situaciones de emergencia o peligro, activando ciertas
respuestas fisiológicas, pero si se prolongan excesivamente en el tiempo son
generadoras de estrés, emergiendo desequilibrios psicológicos y la depresión
del sistema inmunológico. De hecho muchos expertos en la materia apuntan a que
es el estrés el origen, o al menos el caldo de cultivo, de la gran mayoría de
las enfermedades.
Parece
demostrado que el dominio y desarrollo natural de las ondas lentas facilitan la
recuperación y la renovación celular-orgánica, fortalecen el sistema inmune,
equilibran los estados emocionales y anímicos, etc. Por tanto son precursoras
de la salud y la felicidad.
A través
de distintas técnicas podemos acceder conscientemente a los estados de
percepción de las ondas cerebrales lentas, lo cual estimula los mecanismos
fisiológicos que generan salud, estados de relajación y calma, creatividad,
imaginación, resolución de conflictos emocionales, integración hemisférica,
armonía, plenitud y estados placenteros.
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